Según su origen celular, evolución, tratamiento y pronóstico, el linfoma se divide en dos (2) grandes grupos: el Linfoma Hodgkin y el Linfoma No Hodgkin. A su vez cada uno de estos se divide en otros subtipos, el Linfoma Hodgkin comprende sólo cinco (5) subtipos mientras que el Linfoma No Hodgkin tiene más de 35 como por ejemplo el linfoma No Hodgkin de tipo folicular.
Estos dos tipos de linfoma pueden afectar a niños y adolescentes pero se observa con mayor frecuencia en adultos. En los pequeños, es más probable observar el Linfoma Hodgkin.
En la actualidad, no existe una causa específica conocida para el origen del linfoma, pero se han logrado identificar múltiples factores de riesgo que contribuyen a la aparición de esta patología como la obesidad, la exposición a la radiación, al benceno, al cigarrillo, a algunos virus, por ejemplo la infección por VIH, por el virus de Epstein Barr y por virus de Hepatitis B y C, entre otros.
Al tomar en consideración estos factores, se puede reducir el riesgo de padecer linfoma en la adultez. Sin embargo, en la mayoría de los linfomas pediátricos no se pueden prevenir.
Una persona con linfoma puede presentar síntomas como fiebre, pérdida de peso de más de 10 kgs en los últimos 3 meses, sudoración nocturna, prurito generalizado, cansancio, pérdida del apetito, crecimiento de algún grupo ganglionar, palidez acentuada, sangrado espontáneo y aparición de infecciones.
Para tratar correctamente al paciente, se debe realizar una evaluación del estadio de la enfermedad. Si se encuentra en su etapa inicial (estadio I o II) amerita sólo radioterapia localizada o quimioterapia con esquemas de baja intensidad. Si está en estadio avanzado (III o IV) incluye esquemas de quimioterapia con múltiples drogas y en algunos casos se recomienda la consolidación del tratamiento con trasplante autólogo (del propio paciente) o alogénico (donante) de medula ósea.
De Acuerdo a la Sociedad Americana de Hematología, el linfoma No Hodgkin es el más común y es el tipo de linfoma que causa mayor cantidad de defunciones. Según sus estadísticas, indican que la tasa de supervivencia ha mejorado en los últimos 10 años a 70%, y son los pacientes pediátricos los que presentan mejores resultados. Con la optimización de los tratamientos, el Linfoma de Hodgkin ha logrado una tasa de supervivencia al 92%.
La Dra. Carina Araujo concluye explicando que es importante que un paciente con linfoma tenga buena actitud y se apoye de un equipo multidisciplinario, dirigido por su hematólogo o hematooncólogo con ayuda de otras especialidades como pediatría médica, medicina interna, infectología, cardiología, endocrinología, nutrición y dietética, entre otros. Cualquier duda o recomendación que no sea realizada por su equipo médico, debe ser consultada con el mismo. Actualmente la medicina es muy abierta y la relación medico-paciente es bastante estrecha lo que ayuda a obtener mejores resultados.
Fuente: Prensa Sanitas Venezuela